venerdì 29 maggio 2020

Me despido

En un párrafo de su diario, publicado días atrás por el Osservatore Romano, el gran sabio ítalo-alemán, Romano Guardini, cuenta de un sueño que hizo alguna vez, en el cual alguien declamaba un discurso cuyo mensaje decía algo así como que al nacer todo hombre recibe una palabra; una palabra pronunciada en el interior de la esencia del hombre, que es fuerza y debilidad, tarea y promesa, protección y amenaza. Todo lo que al hombre le sucede en el curso de los años tiene que ver con esa palabra, es su comentario y cumplimiento. Cada hombre comprende la suya y trata de vivir acorde con ella. Ella representa el fundamento de lo que un día el Juez le dirá.

Me ha impresionado profundamente este pensamiento del gran Guardini. Cada uno de nosotros, es una palabra pronunciada por el Padre en el Verbo. Somos una palabra en la Palabra que volverá al Padre realizada, hecha historia. Nuestra vida no es más que un desbroce de este verbo original y originario. Un comentario que nadie puede hacer por nosotros. Como dice Guardini, se trata de algo que nos protege y amenaza, viene de atrás y nos está delante como un faro, una promesa.

Pero, lo primero es dar con ella, con esa palabra en la que nos va la vida.

Después de dos meses (día más, día menos) de caminar juntos, quiero cerrar el blog con este pensamiento. Ya he comenzado a trabajar fuera de casa y no podría garantizar una presencia constante a través de esta plataforma digital. Gracias por haberme leído. Para mí ha sido muy enriquecedor, espero que también lo haya sido para vosotros. Aunque fui yo mismo quien os pidió no hacer comentarios, y por lo tanto no ha habido intercambios personales, siempre tuve la impresión de que más allá de la pantalla había unos cuantos rostros vivos. He tratado de acompañar, no sé si lo he logrado, de lo que podéis estar seguros es de yo sí me he sentido así: acompañado, sostenido, animado.

Y volviendo a Guardini. Este tiempo de dolor y gracia nos ha puesto ante nosotros mismos. Ahora sabemos de que se trata: somos una palabra pronunciada desde toda la Eternidad por un Padre que nos ama. Esta es nuestra sublime dignidad. Cada uno la busca, y cuando la encuentra trata de vivir en acuerdo con ella. Es un camino en soledad, pero profundamente comunitario a la vez, porque al final la palabra que somos se integrará con todas las demás en la Palabra, para formar una sola “con tonos infinitos”.

Si así están las cosas, ya sabemos lo que tenemos que hacer: comprometernos con todas nuestras fuerzas para que el mundo sea un lugar en el que cada persona pueda ser aquello que el Padre ha pensado. Un mundo sin parias, sin sobrantes, sin descartados. Ese mundo unido por el que Jesús, el Verbo encarnado, ha rezado.
Un gracias de corazón.

1 commento: